De sus calendarios escolares se desprende que no alcanzarán la meta que es obligatoria desde 2003. Es probable que, con el transcurso del año, entre jornadas institucionales y posibles huelgas, más distritos queden por debajo de esa marca.
A poco menos de tres semanas para el inicio del nuevo ciclo lectivo, ya se sabe que este año habrá al menos nueve provincias que no cumplirán con el mínimo de 180 días de clases que exige la ley. Ya de sus calendarios escolares se desprende que no alcanzarán esa cifra.
Catamarca (175 días), San Luis (177), Santiago del Estero (178), Misiones (178), Formosa (178), San Juan (179), La Rioja (179), Entre Ríos (179) y Corrientes (179) son los nueve distritos que se encuentran por debajo de los 180 días que fija la Ley 25.864, sancionada en 2003.
Los datos surgen de un nuevo informe del Observatorio Argentinos por la Educación, con autoría de Gustavo Iaies, director de la escuela de Gestión Educativa de ESEADE. El artículo solo toma en cuenta la programación oficial de cada ministerio para primaria; no su real cumplimiento. Por ende, es probable que haya más provincias por debajo de los 180 días de clase a medida que transcurra el año.
En casi todo el país, el ciclo lectivo empezará el 2 de marzo y terminará entre el 11 y el 18 de diciembre. Solo Neuquén, que es la que más días de clases tendrá (189), terminará una semana después, recién el 23 de diciembre. En parte, esa extensión del calendario se debe a que siguen recuperando días perdidos por huelgas docentes.
A Neuquén le siguen Chubut (185), otra provincia muy afectada por los paros, Buenos Aires (184), Chaco (184), ciudad de Buenos Aires (184), Mendoza (184), Río Negro (184), Santa Fe (184), Tierra del Fuego (184), Jujuy (182), La Pampa (182), Salta (182), Tucumán (182), Córdoba (181) y Santa Cruz (181).
Pese a lo que diga la planificación, no se puede asegurar que en esas 15 jurisdicciones vayan a tener 180 días de clases. El informe solo contempla feriados provinciales y nacionales, pero deja afuera otras variables de peso como lo son las jornadas institucionales.
“Si además de feriados y vacaciones de invierno se restan los días de jornadas institucionales y de planificación, la cantidad de jurisdicciones con menos de 180 días de clase previstos ascendería a más de la mitad. Sucede que es complejo definir si estas jornadas implican pérdida de clases ya que la situación no solo varía entre provincias sino entre escuelas dentro de cada jurisdicción”, explicó Iaies.
Además de las jornadas institucionales, hay otros imponderables que pueden hacer disminuir la cuenta de día de clases: factores climáticos, problemas edilicios, huelgas docentes. Al mismo tiempo, a la cuenta total hay que restarle el día que se destinará para el Censo 2020, que todavía no tiene fecha, el Día del Empleado Público (que en algunas provincias implica suspensión de clases), y otras festividades locales (por ejemplo, aniversarios municipales).
“Que la escuela pueda brindar regularidad y previsibilidad en su calendario no solo impacta positivamente en la tarea estrictamente pedagógica y por tanto en la organización de los aprendizajes de los alumnos, sino que además, socializa al alumno en un ambiente institucional donde prima un ritmo de trabajo continuo y sin interrupciones. Más allá de los días de clase, es fundamental el uso que se haga de ese tiempo y la riqueza de los aprendizajes de los alumnos”, sostuvo Guillermina Tiramonti, investigadora de FLACSO.
Por su parte, María Cristina Gómez, directora de la Red de Educadores Innovadores, consideró: “Resolver este tema implica pensar en soluciones que flexibilicen la tarea docente y abran espacios a la creatividad y al liderazgo. Con escuelas e instituciones que ofrezcan alternativas para recuperar los días perdidos, y redoblando la apuesta con directivos que se animen a diagramar sus propios calendarios, en función de las contingencias que siempre surgen a lo largo del año escolar. Escuelas y maestros que pongan en el centro de la escena al niño: el único protagonista, que no tiene voz para reclamar por las horas y días perdidos”.
La historia reciente de los días de clase en Argentina se define por el incumplimiento. En 2003, el Congreso sancionó la Ley 25.864, que dispuso ciclos lectivos de mínimo 180 días. Para contabilizar cada día, dice la ley, se necesita completar al menos la mitad de la cantidad de horas establecidas en las jurisdicciones. Más ambicioso aún, con esa meta inicial ya incumplida, en 2011 el Consejo Federal de Educación, que reúne a todos los ministros provinciales, acordó sumar paulatinamente días a los calendarios escolares hasta alcanzar los 190. Esa meta, claro, tampoco se cumplió.
“Es claro que ofrecer un día más o menos de clase no va a impactar significativamente en el aprendizaje de los estudiantes. Sin embargo, es igualmente evidente que estamos frente a un sistema educativo que no puede cumplir sus propias pautas”, advierte el informe.
Su autor señala que es el Estado quien debe “buscar soluciones para cumplir sus propias normas”. Eso se traduce en recuperación de clases, en que los chicos puedan complementar su educación con actividades fuera de la escuela y en que, sobre todo, las jornadas institucionales y de capacitación docente no generen pérdida de clases. Una alternativa sería pagar un plus y que se desarrollen durante los sábados o en la misma semana fuera del horario escolar.