La Selección Argentina goleó 4-1 a Guatemala con un doblete de Messi y está en modo Copa América

Una ceremonia de tiquis y tacas que, si empezó en derrota parcial, fue porque Argentina entró con una dosis demasiada elevada de ansiedad y desorganización, como si se tratara de una versión de outlet de aquellos irreconocibles cinco minutos frente Arabia Saudita en Qatar. Nicholas Hagen se encargó, por caso, de corregir el error de la Matrix con una asistencia a Lionel Messi, que respetuosamente no gritó el gol. Y desde la tranquilidad del 1-1 nació el orden. Y del orden, la frescura, la rotación, los goles, las chilenas de Lautaro y Di María que debieron ser gol por decreto. 

Es cierto que los amistosos previos a una Copa América -sobre todo cuando son tan cercanos al kickoff- deben ser analizados en su justa medida: hablar del modo en que ganadores y perdedores se movieron adentro de la cancha es hasta exagerado. Guatemala no es -ni será- medida para evaluar las posibilidades de Argentina. Alcanza con considerar las siderales distancias de ambas plantillas, una 118 veces más cara que la otra, para entender por qué el score fue justo y hasta corto: con VAR la distancia hubiera sido mayor si se cobraba el golazo que le anularon a De Paul entrando en posición de wing con las mechas al viento.

La Selección debe quedarse con los interesantes y no tan pequeños detalles que dan tranquilidad: si frente a Ecuador quedó garantizado el nivel de tensión que ameritaba un rival que sí daba con el piné, frente a los centroamericanos lo que apareció fue la circulación, la prestidigitación futbolera para distraer al rival y generarle espacios luego aprovechables. Y los niveles altos de quienes no deben llegar al partido contra Canadá en el Mercedes-Benz Stadium de Atlanta con la flechita de la PlayStation para arriba.

Y eso fue un acierto de Lionel Scaloni. Porque eligió la prueba justa para observar opciones (Valentín Carboni la aprovechó mejor que nadie: filoso por derecha aun con intermitencias, fue víctima del penalazo del 2-1), porque les permitió a Enzo Fernández (71) y Lisandro Martínez (90) sumar valiosos minutos y a Nico González ganar rodaje aunque fuera como lateral con proyección de ataque, uno de sus tantos puestos. También el entrenador obsequió la chance de ver juntos en campo a Di María y Messi qué golazo construyeron- y y metió un pleno apostando por Lautaro: al penal cedido por el #10, que entiende los tiempos hasta de sus cumpas- le sumó un tac de goleador para un doblete que le sirvió hasta de mimo. Sorprendió, en esa línea, no ver por un rato a Garnacho: si es porque sabe qué puede darle o por otro motivo, lo dirán las horas.

De los informes que arrojen GPSs, métricas y opiniones internas luego dependerá qué decisiones tomará el deté. Por caso, para lo que viene esta especie de práctica a puertas abiertas con 51.000 espectadores tuvo el peso justo (no debe sobredimensionarse) dentro de un contexto preparatorio: el de amalgamar lo que estaba, probar por última vez y empezar a afinar el lápiz para terminar de darle forma a la lista de los 26 que buscarán el bi de la Copa América. En la capital de la autoproclamada tierra de la libertad, Argentina jugó con soltura. Ganó. Goleó. Brilló. Por caso, ofreció un Washingshow justo antes de empezar el sueño.

El resumen Selección Argentina vs. Guatemala, por un partido amistoso