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El calvario de una madre y sus dos hijas

Valeria Gautier sufre hace un año y medio los ataques de su expareja y padre de sus dos hijas de 15 y 7 años. Cansada de no tener respuestas de la justicia decidió hacer público su caso.

Valeria Gautier tiene 38 años, durante 14 años estuvo en pareja con Leonardo Gastón Mayorga, quien se convirtió en el padre de sus dos hijas, y desde hace un año y medio vive un infierno.

Con el paso del tiempo pudo ver en perspectiva que a lo largo de su relación sufrió episodios de violencia, de agresiones, de sentirse una posesión de su pareja y acompañó a Mayorga en un tratamiento de rehabilitación de adicciones y en sus reiteradas recaídas. Cuando dijo basta y quiso alejarse comenzó su pesadilla.

«Él es adicto a la cocaína y estuvo internado meses en una clínica de rehabilitación, cuando salió no quiso seguir con el tratamiento y empezaron las discusiones», afirmó Valeria a Infonews.

«Cuando vivía conmigo no era tan agresivo, o era lo que yo pensaba por lo menos, cuando ya no dio para más lo eché de casa (me había sido infiel también) y ahí empezó todo hace un año y medio ya, empezó con la locura de «me dejaste porque tenés otro seguro», y no paro más».

Al respecto, afirmó: «Cuando estaba internado decía que yo tenía otro y yo viajaba todos los fines de semana con mis hijas a verlo, peleaba con mi hija adolescente para que fuera porque no quería ir y trabajaba toda la semana. Cuando salió, después de nosotras aguantar todo eso volvió a drogarse en mi casa como si nada, fue lo peor, la decepción y el dolor más grande».

Con la separación confirmada, los hostigamientos y persecusiones se volvieron más fuertes e invasivas: «Empezó a meterse en mi casa a insultar cuando estábamos solos, hablé con su familia pero ellos no sabían que hacer con él. Después de un tiempo me convenció su hermana de hacer una denuncia y una perimetral pero nunca las cumplió y la policía cada vez que venía él ya no estaba y tampoco podían hacer nada».

Valeria ya no se sentía segura ni en su casa, la perimetral era un simple papel que su expareja parecía decidida a no respetar: «Cuando yo no estaba se metía por la parte de atrás de la casa anterior y nos robaba las cosas (sillas, comida, ropa), cuando le decía a los padres que por favor se fijarán que hacía él les decía «solo fui porque no le dan de comer al perro y ladra», una locura».

En otra oportunidad, recordó que le partió la puerta de la entrada de su casa porque no quería verlo: «Yo estaba con las nenas adentro de la casa, llamé a la policía pero no hicieron nada. Cuando hablé con la mamá y le dije «esta loco mirá lo que hizo», ella me contestó: «Pero vos no le querías abrir».

«La última fue que entró a mi casa cuando mi hija estaba sola y le dijo «son unas muertas de hambre, la tele es mía», la empujó y con ayuda de su hermano se llevó la tele. Mi hija llegó llorando a mi trabajo», señaló.

Esta situación la llevó a tener que mudarse a un departamento enrejado porque no se sentía a salvo en ningún lado. «Esperé hasta que él se fue a trabajar para hacer la mudanza y había mandado a los amigos a vigilarme». Cuando ella estaba adentro sacando sus cosas vio a un amigo de él con el fletero quien le contó: «Tenía un arma, la recargo frente mío y me preguntó dónde te llevaba», sostuvo Valeria.

Tomar posesión de Valeria era habitual para Mayorga: «Siempre fue posesivo pero no a este nivel, yo trabajaba mucho y la verdad no hacía nada como para que él demuestre lo que realmente era, me insistió para hacerme las lolas y me amenaza siempre que me las va a sacar con un cuchillo porque «él las pago y las chupa otro»«, denunció.

La manipulación y el poder que ejercía sobre Valeria llevaron a que ella no tome dimensión en su momento de lo que estaba pasando, incluso que sus hijas sean testigos de varios hechos de violencia hacia ella pero que «yo creía que era mi culpa “.

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